Lo que dices no importa, el amor que haya detrás de lo que dices es la enseñanza

Hay una frase en el Curso en el “Manual para el maestro”, nada más y nada menos que en la Introducción, que siempre me invita a una reflexión que me torna más y más humilde. Es la siguiente:

“El contenido verbal de lo que enseñas es irrelevante. Puede que coincida con ello, puede que no. La enseñanza que yace tras lo que dices es lo que (te) enseña.”

Cuando soy respetuoso con el otro, eso me enseña Quien es mi verdadero Ser, y enseña al otro a recordar la naturaleza y la fragancia del amor.

Cuando soy paciente con el otro…

Cuando soy cuidadoso con el otro…

Cuando mi palabra es libre y sincera con mi propio corazón y humilde a la vez… no ataca o compite, aunque sea con la “sutileza de la enseñanza espiritual”…

El Curso nos dice en otro momento que se puede enseñar de muchas maneras, pero ante todo con el ejemplo, y en otro lugar que el comportamiento debería responder a la Regla de Oro, que es tratar a los demás como te gustaría que te tratarán a ti mismo.

En el camino hacia el Hogar, en todas las tradiciones y enseñanzas el ego se espiritualiza de varias formas, siempre en base a la comparación con el otro o con los otros, a la competencia y al miedo. Así que esta frase nos invita a no perdernos en “La enseñanza”, en esta o en cualquier otra. En lo que dice, en defenderla… sino en Serla. La precisión de la misma es el efecto de nuestra paulatina transfiguración. Y se podrá hablar de ella, incluso en puntos de desacuerdo con otras personas, incluso con otros que caminan el Curso, pero se sentirá respeto, unión, compañerismo, humildad, con la alegría de un niño. Con la autoresponsabilidad del camino de reconocer al Cristo Interno.

Lo que enseñamos es lo que está detrás de las palabras. Nuestro ejemplo, nuestro respeto, nuestro amor. Para ello precisamos mucha intimidad con nuestro corazón, para poder Escuchar, para que se nos pueda Enseñar.

Y así nos convertiremos en grandes maestros, que hablarán del Ser cuando sea oportuno y de la forma que sea adecuada y extenderán amor sin más cuando eso sea lo más fructífero.

El otro día, por causalidad, en una celebración familiar escuché este texto bíblico… y me pareció pura Verdad.

“Corintios 13:

Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada!

Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas.

Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás.

El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable.

El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie.

No es orgulloso.

No es grosero ni egoísta.

No se enoja por cualquier cosa.

No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho.

No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad.

 Sólo el amor vive para siempre. Llegará el día en que ya nadie hable de parte de Dios, ni se hable en idiomas extraños, ni sea necesario conocer los planes secretos de Dios. Las profecías, y todo lo que ahora conocemos, es imperfecto.  Cuando llegue lo que es perfecto, todo lo demás se acabará.

Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que él cumplirá sus promesas, y el amor. De estas tres cosas, la más importante es el amor.”

4 Comentarios

  1. Gracias María…, “por tu acompañamiento”…, que es perfecto para mí…, no hay ningún mensaje que venga de tí…, y que a la vez no esté reflejado en mi interiór…, y que sale a la luz como un recuerdo de la bella verdad que mora en todos nosotros…

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